AMORES QUE MATAN
Amor y pánico se entremezclan en la vida de las mujeres víctimas de violencia doméstica. La ambivalencia de sentimientos se hace fuerte en ellas y terminan estableciendo una extraña relación de dependencia con su agresor, Es el 'Síndrome de dependencia afectiva' -una especie de síndrome de Estocolmo-, que les lleva a perdonarles una y otra vez, a minimizar y negar sus agresiones.
Poco a poco se van sintiendo incapaces de hacer nada por sí mismas,se vuelven pasivas e inseguras mientras su autoestima se degrada en cada episodio de violencia. Con el tiempo, la dependencia y la sumisión son absolutas.
A la sumisión se suma el sentimiento de culpabilidad . Y quieren evitarlo a toda costa, complacer a su pareja tanto en casa como en público para que la relación marche bien, para que las acepten.
INSOPORTABLE SOLEDAD
La mayoría de estas mujeres se aislan socialmente para no enfadar a sus parejas, que suelen ser muy celosas. El resultado es una situación de soledad en la que «terminas viendo lo que ellos ven, viviendo su vida y su mundo». Se sienten fracasadas como mujeres, como amantes y como madres, y piensan que nadie puede ayudarlas.
También necesitan el cariño y el apoyo de terceras personas porque les cuesta tolerar la soledad.
A pesar del infierno que viven, cualquier detalle se convierte en un bálsamo de esperanza al que agarrarse. Quieren que la relación funcione y se aferran con fuerza a cualquier cosa que pueda parecerse a un signo de cambio por parte de él.
La educación, los valores y los estereotipos aprendidos socialmente tienen mucha influencia en la personalidad de estas mujeres: muchas ven con normalidad las relaciones asimétricas con el otro sexo; en muchos casos, incluso han presenciado episodios de violencia en sus familias.
A pesar del pánico que las invade, algunas consiguen romper con todo y empezar una nueva vida. No es fácil, pero tampoco imposible.
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